Las cinco razones por las que practicamos la meditación. Más una. Por Genpo Roshi


Traducción del texto de Genpo Roshi  The Five Reasons We Practice Meditation. Plus One.

1). Atención plena (Mindfulness)

El primer nivel del Camino es usar la meditación de atención plena buscando convertirse en una persona más sana y feliz, física, emocional, psicológica, espiritual y mentalmente. Empezamos con una práctica de atención plena y concentración en la que aprendemos a concentrar nuestra mente dispersa y difícil de manejar y la estabilizamos prestando atención a la respiración, a los pensamientos y a las sensaciones. Nos volvemos más conscientes de la tendencia de nuestra mente a ser como un caballo salvaje o como un mono saltando de árbol en árbol, y aprendemos a domesticarla y darle algo de paz  fijándonos y concentrándonos en un sola cosa. Vemos que no somos nuestros pensamientos, sentimientos o sensaciones y nos liberamos a nosotros mismo de estas nociones de yo. Este estadio del desarrollo se llama práctica de la atención plena.

 2).  Samadhi

El Segundo nivel del Camino tiene que ver con cultivar el poder del samadhi, que se desarrolla en el bajo abdomen, de 5 a 7 cm. por debajo del ombligo. También llamamos a esto yoriki, que significa el poder o la energía del samadhi. En este estadio nuestra práctica cambia a una concentración unidireccional para penetrar profundamente en el yo. Aquí no se trata tanto de estar atento como de penetrar profundamente en el objeto de nuestra concentración y volverse uno con él. Incrementamos nuestra separación del yo y disminuimos nuestro apego a él, mientras todavía creemos que el yo y los otros existen. En este proceso desarrollamos una cierta intuición y comprensión sobre la naturaleza de la realidad. Nos hacemos uno con estados más profundos de samadhi y nos damos cuenta de algunos poderes de los que habíamos sido totalmente inconscientes. Adquirimos un cierto centramiento y una ecuanimidad mayor de lo que habíamos desarrollado con nuestra práctica de atención plena. El samadhi y su poder se convierten en el objetivo de nuestra meditación. Aquí podemos realmente permanecer centrados en una tarea sin dispersarnos o perdernos. En este estadio, como en el anterior, no hay un sentido fuerte de buscar el despertar. Todavía la cosa va sobre obtener algo que nos hace sentir más poderosos y mejor acerca de nosotros mismos, y todavía carece de la Mente Bodhi, la mente que busca o aspira al Camino.

 3).  Mente Bodhi que busca el camino

El tercer nivel del Camino es la Mente Bodhi, la mente que busca el Camino. Aquí realmente se entra en el Camino de la iluminación en el que el objetivo es nada menos que un gran despertar para liberarse a uno mismo de las ataduras que le mantienen en esta prisión autofabricada y ser libre del sufrimiento. En este estadio uno puede continuar usando la práctica de la atención plena así como los koanes y sentarse a meditar con el objetivo de la emancipación plena. Por primera vez nuestro camino se convierte en un camino realmente Budista, un Camino de despertar. Los dos estadios previos, no importa lo espirituales que parecieran, no eran realmente un Camino Budista. A este tercer estadio se le conoce como el camino Literal, Hinayana. Aquí nuestro interés real todavía está en liberarnos a nosotros mismos, no por el bien de otros.

 4).  Mente Bodhi: El Gran Camino.

El cuarto nivel del camino es despertar y practicar por el bien de otros, de hecho por el bien de todos los seres sintientes, incluido uno mismo pero no solamente para uno mismo. Este es el auténticamente altruista Camino del Mahayana, el gran vehículo en vez del vehículo literal o estrecho. Aquí dejamos de lado nuestras propias necesidades y practicamos por el despertar de todos los seres vivos incluso antes de que nosotros mismos estemos totalmente liberados. Nos sentamos a meditar por su bien, ofreciendo nuestra meditación y samadhi para despertarlos a todos. Aquí vemos que nunca estaremos realmente liberados del sufrimiento como especie o como mundo hasta que el último ser sintiente sea liberado. Como el búfalo que atraviesa una ventana, nuestra cola es tan larga que se extiende a todos los seres sintientes. Habiendo atravesado la puerta sin puerta y la ventana sin ventana, nuestra cola todavía tiene que atravesarla. Aquí hemos abandonado cuerpo y mente, todo pensamiento dualista, y hemos visto a través de o-esto-o-aquello y ni-esto-ni-aquello, más allá de estas cuatro formas de pensamiento incompleto o comprensión parcial. Poniéndonos a nosotros mismos de lado trabajamos incansablemente por el bien de otros con poca preocupación por el propio bienestar.

5).  El Camino Supremo

El quinto nivel del Camino es lo que llamamos el Camino o Vehículo Supremo. Aquí nos sentamos sin objetivo o meta en nuestra meditación, sin buscar absolutamente nada. Nos sentamos a meditar por el hecho de sentarnos, sin ambición, sabiendo que ya somos perfectos, completos y plenos y que no hay absolutamente nada que falte o que sobre, nada que obtener y ningún sitio al que llegar. Aquí nos sentamos en un samadhi gozoso, consumado y relajado, descansando y en paz, sin preferencias o juicios, liberados de la necesidad de buscar despertar o librarse del engaño. No estamos buscando la claridad ni librarnos de la confusión. En este estadio nos sentamos a meditar en paz con nosotros mismos y con el mundo. En cualquier cosa que nos involucremos la hacemos completamente  sin dejar ningún rastro detrás. Nuestro samadhi  está otorgando poder a todos los seres y aquellos receptivos a él beben de su néctar.

 6).  Todos los Caminos/Ningún Camino: Práctica continua y sin fin

El sexto y sin  embargo no es el sexto. Este es otro nivel pero realmente no puede llamársele el sexto porque no es un sexto nivel y sin embargo incluye los cinco niveles previos. Aquí nos sentamos a meditar por todas y cada una de las 5 razones sin realmente ninguna preferencia entre ellas. Nos sentamos a meditar para mejorarnos a nosotros mismos en todos los niveles, para refinar nuestra vida y cada uno de sus aspectos, y al mismo tiempo para alcanzar estados más profundos de samadhi además de avanzar en la liberación de nosotros mismos y otros y por ninguna maldita razón en absoluto. Simplemente nos sentamos a meditar con gozo y dicha porque amamos sentarnos y es simplemente quienes somos. Nuestra vida cotidiana y la meditación no son lo mismo ni diferentes, no hay ninguna diferencia entre engañado e iluminado y sin embargo la hay. Es aquí cuando nos damos cuenta que de la misma forma que no podíamos dejar ningún ser sintiente detrás por el bien de nuestra propia liberación, no podemos estar completamente liberados hasta que todo aspecto del yo sea despertado. Nuestra práctica continua y sin fin es despertar todos los aspectos de nuestro yo, trayéndolos de no despiertos a despiertos, de inmaduros a maduros, de no saludables a saludables. Aquí uno es como la flor de loto en el agua fangosa, como la luna entre la bruma en una bonita noche nubosa, a veces apareciendo brillante y clara, a veces incluso sin brillo o borrosa. En ocasiones uno puede ser confundido con una persona ordinaria, en otras ocasiones con un ser excepcional. Algunas veces engañado y a veces iluminado, a veces confundido y otras veces claro y asombroso. Aquí ya no está el hedor del Zen. En una habitación llena de gente nadie vería que somos Zen de la cabeza a los pies. Cualquier hedor de espiritualidad ha sido abandonado y una persona ordinaria es lo que queda con gran profundidad y claridad.

Espero que esto sea útil para clarificar el Camino para esos de nosotros en el Camino hacia Anuttara-Samyak-Sambodhi (el supremo y último despertar).

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